¡A leer!: «Frankenstein»


Frankenstein. ¿Qué nos sugiere este nombre? Sin duda, nos viene a la cabeza una de las obras más conocidas y más celebres de la Historia. Curiosamente, el nacimiento de esta obra tiene una historia bastante llamativa y anecdótica. Su autora, Mary Shelley (1797-1851), cuya vida se desarrolló durante el Romanticismo, estaba reunida con unos amigos y, uno de ellos (el famoso Lord Byron) propuso que cada uno escribiera un relato de terror para que el resto lo juzgara. En un primer momento, a Mary Shelley no se le ocurría nada sobre lo que escribir, pero tras mantener una conversación con Lord  Byron sobre el principio vital (posibilidad de otorgar vida a organismos inertes) la inspiración llegó. De esta manera tan “casual” nació Frankenstein, una de las obras más citadas y simbólicas. No obstante, multitud de confusiones giran en torno a esta historia, empezando por el propio nombre de “Frankenstein”, al que mucha gente atribuye al monstruo y no a su creador, que es el auténtico doctor Víctor Frankenstein. Por otro lado, esta obra ha sido “víctima” de multitud de interpretaciones planas, calificándola como una simple novela de terror que, de una forma macabra, narra las aventuras de un horripilante y malvado monstruo, un conjunto de materia muerta caminante y culpable de sangrientos crímenes fruto de su insensibilidad y maldad. Sin embargo, nos encontramos con una obra en la que la autora ha volcado multitud de reflexiones psicológicas, algunas de forma consciente y otras quizá no tanto. Y, como ya dije en la primera entrada de este blog, el feminismo tampoco queda ajeno a la literatura y al arte.
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Mary Wollstonecraft Godwin (Mary Shelley).

El personaje del monstruo a mí me resulta totalmente conmovedor, sobre todo por un discurso que emite en la obra en el que expresa su arrepentimiento por los crímenes que ha cometido a causa de la discriminación, la marginación y el rechazo que ha sufrido por resultar desagradable a la vista, a pesar de ser sensible, bondadoso y haber intentado ayudar a los demás. Simplemente por su monstruoso aspecto, las personas no le habían dado una oportunidad y no se habían dignado ni a conocerle. Realmente me planteo una cuestión: ¿es este entrañable monstruo en realidad un humano y los humanos somos los monstruos? Sin duda, es algo muy posible, ya que en ocasiones los humanos somos capaces de comportarnos como bestias, dejándonos llevar por las apariencias, atentando cruelmente contra otros seres. De esta forma podemos confirmar como Shelley invita a la reflexión sobre la “deshumanización de los humanos”, algo que no muchos han logrado percibir.
Pero, ¿por qué hago alusión al monstruo? Intentaré no irme por las ramas, aunque es complicado. El monstruo es la pieza esencial del libro, pues realmente el monstruo es la propia autora, Mary Shelley. Shelley se identifica con el monstruo y en él ha plasmado todas sus preocupaciones y anhelos, mediante sus discursos se ha desahogado y se ha atrevido a gritar sus sentimientos camuflándonos en una novela de terror romántica. Utilizando al creador del monstruo, Víctor Frankenstein, ha dotado a la historia todas las características propias del Romanticismo: un hombre que es capaz de enfrentarse a todo, un héroe, alguien con iniciativa y valiente que no teme ni siquiera a la poderosa naturaleza. Pero realmente, para la autora el doctor Frankenstein es secundario, jamás le concede tanta importancia como a la “estrella” de la obra que no es el creador, sino el ser creado.
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Víctor Frankenstein representa al héroe romántico por excelencia.

Bien, y, ¿por qué razón se identifica la autora con el monstruo? ¿Qué tiene que ver todo esto con el feminismo? El asunto es bien sencillo.
Los roles, tanto para los hombres como para las mujeres, constituyen auténticas cárceles. Toda persona que no se adapte a su rol está fuera de lugar, es considerada diferente y su persona es desprestigiada. Ejemplificando con el presente: un niño que decide jugar con muñecas en vez de con coches es regañado (no digo que en todos los casos) y víctima de las burlas de sus compañeros. Lo mismo puede suceder con la “niña futbolista” a la que no le gusta rodearse de rubias muñequitas.
Mary Shelley poseía un conflicto interno: ella adoraba escribir, pero eso no estaba bien visto en una mujer, que debía permanecer en casa realizando las tareas domésticas y complaciendo a su marido. Sólo los varones tenían la posibilidad de crear, las mujeres eran vistas como seres pasivos y sumisos. Por tanto, el hecho de no encajar con el rol establecido dentro de la unidad familiar (al que conocemos como “ángel del hogar”: mujer maternal, devota, tierna, cuidadora del hogar…) hizo que tanto Shelley como otras escritoras incluyeran en sus obras aspectos de lo “monstruoso” (en este caso, el monstruo nacido de los experimentos del doctor Frankenstein) y de la locura. Esta reflexión es lo que conocemos como el conflicto de la mujer escritora.
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«Write or not to write, that is the question»

El monstruo y la mujer se parecen: ambos están marginados y desplazados, aprenden por ellos mismos, tienen capacidades y aptitudes pero son rechazados por ser “monstruos”. El monstruo en sí mismo no es malvado, pero al ser rechazado no puede mostrarse tal como es, su apariencia no se lo permite. La mujer, independientemente de su calidad como escritora, tampoco puede ser ella misma y realizar su labor intelectual por el mero hecho de ser mujer. La naturaleza del monstruo (y la de la mujer) es buena (el monstruo es bondadoso y la mujer buena escritora), pero ambas apariencias son consideradas monstruosas. Y aquí es dónde está el vínculo entre la condición femenina y la condición monstruosa.
En conclusión, Frankenstein es una obra que recomiendo encarecidamente, y no solamente por su fachada de novela terrorífica y su espléndida manera de narrar paisajes y hazañas. El sentido de la obra da qué pensar sobre la situación de la mujer en el siglo XIX y, por desgracia, también ahora, pues aunque actualmente los libros se valoren por su calidad y no por el sexo de su autor, existen algunos casos como el de la autora de Harry Potter, J.K Rowling, que utilizó las iniciales de su nombre para que no se supiera que era mujer y no se prejuzgaran sus libros. Denigrante pero cierto. Por esa razón, seguiremos sacando a la luz obras de notables escritoras femeninas que, a pesar de los impedimentos, consiguieron realizar obras de valor incalculable. También seguiremos luchando para que el sexo de una persona no condicione su labor ni su vida, para que se valore a las personas por lo que son por dentro y no por su aspecto o condición. Y lo conseguiremos.

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Acerca de Lidia Baños

Periodista. Feminista incansable.
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10 respuestas a ¡A leer!: «Frankenstein»

  1. Gemma dijo:

    Me encanta este libro!!!!!
    Aunque tengo que reconocer que nunca había sacado estas conclusiones ni me había imaginado que pudiera tener que ver con el feminismo. Muy buena explicación y análisis, me encanta esta sección sobre lectura.
    Sigue así!!!!

    • Lidia Baños dijo:

      Gracias por ofrecer tu opinión, Gemma.
      A mí también me encanta el libro, y reconozco que no es fácil relacionarlo con el feminismo en un primer momento. Sin embargo, así es, Mary Shelley nos dejó plasmado en sus páginas el conflicto interno que sentía como escritora y como mujer. Eso es lo maravilloso de la lectura, que podemos conocer al autor con sus escritos 🙂
      Me alegro de que te haya gustado e intentaré hacer pronto más entradas en esta sección

      Gracias. ¡Un saludo!

  2. andreagomez1993 dijo:

    Muy bueno el libro y muy buena la asignatura en la que descubrimos la parte de feminismo que le toca al libro. Me parece muy bien que des a conocer este libro de una manera diferente. La mayoría de las personas lo no sabrán. Una buena forma de descubrirlo. ¡Ánimo! Creo que tu blog puede tener mucha pegada =)

    • Lidia Baños dijo:

      Gracias por tu comentario, Andrea.
      Recuerdo que empecé a leerlo con pocas ganas porque teníamos poco tiempo para ello, pero al final me encantó 🙂 Claro, creo que la mayoría de la gente lo identifica con una historia macabra de terror y no se ha parado a pensar en todas las reflexiones que incluye, por lo que ¿qué mejor manera para acabar con este «mito» que mostrárselo a todos?
      Muchas gracias, espero que este blog consiga cumplir sus objetivos. Y no dudes que sucederá lo mismo con el tuyo, no todos los días encontramos a una madridista y un culé que colaboran para contarnos toda la información deportiva 😉

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  4. En primer lugar decirte que me encanta la relación entre el feminismo y lo monstruoso, y que por supuesto es una entrada genial. Y en segundo lugar me gustaría decir que considero que es una de las obras fundamentales que toda persona debería de leer, pues expresa la desesperación de un ser encadenado y preso de un físico que fue el motivo de su rechazo. Él no pidió ser creado y aún así Víctor Frankenstein no dudo en experimentar y continuar con su proyecto. Un saludo, Sandra.

    • Lidia Baños dijo:

      Sandra, muchas gracias por comentar
      Me alegro de que te guste y coincido totalmente contigo en que «Frankenstein» debe estar en la estantería de todo buen lector que se precie. Y tienes razón, a Víctor Frankenstein le pudo la ambición, siguiendo con su proyecto sin importarle las consecuencias y el ser vivo que estaba engendrando. Todo un símil de la maldad humana, capaz de juzgar a cualquiera solo por su aspecto.
      Un saludo! 🙂

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