La bofetada de Will Smith en los Oscars la recibimos las mujeres


En una gala de premios como la de los Oscars suelen surgir anécdotas (que se lo digan al equipo de ‘La La Land’ en 2017…). Pero, seguramente, nunca ha quedado una anécdota tan desagradable con la que nos dejó Will Smith ayer. Y es que la ceremonia de los premios Óscar de 2022 ha quedado empañada por ese «incidente» del que todo el mundo habla y que está copando las portadas de los periódicos digitales y los memes de media humanidad: la agresión de Will Smith a Chris Rock.

Para los pocos rezagados que desconozcan qué ocurrió, el vergonzoso episodio puede resumirse en el cómico Chris Rock presentando uno de los premios y dedicando un «chiste» a Jada Pinkett Smith, esposa de Will Smith, en el que hacía referencia a su corte de pelo a lo ‘Teniente O’Neil’. Al parecer, el peinado en cuestión no es una decisión estética, sino que se debe a un problema de alopecia que padece la actriz. La cuestión es que esta broma de mal gusto no sentó nada bien a Jada, pero tampoco a Will Smith, que literalmente subió al escenario para abofetear a Chris Rock y gritarle improperios.

El espectáculo fue bochornoso. Pero, ¿por qué actuó así Will Smith? ¿Chris Rock tiene alguna responsabilidad? Y, sobre todo, ¿qué tiene que ver esto con las mujeres?

– Punto número uno: es injustificable agredir a una persona. Repito: es injustificable agredir a una persona. La violencia nunca es la solución y no puede excusarse una reacción agresiva en público bajo ninguna circunstancia. Independientemente del comentario de Chris Rock, Will no debió pegarle. Es importante dejar claro esto, sobre todo viendo el gran número de personas que califican esta reacción como «normal» o «merecida».

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– Condenar la violencia física y verbal de Will Smith no quita que se pueda criticar también el «humor» de Chris Rock. Y de toda una horda de cómicos en Estados Unidos. Debería haberse pasado ya de moda ridiculizar a las personas en un auditorio y delante de millones de espectadores, ya sea por su calvicie, por su cuerpo o por cualquier otra circunstancia. Es un humor casposo, cercano al bullying y que, mira tú por dónde, suele dirigirse en gran medida a las mujeres: a Penélope Cruz, nominada a Mejor Actriz por ‘Madres paralelas’, la llamaron «mujer de» Bardem, insinuaron que Jennifer Lawrence o Kirsten Dunst están gordas y, cómo no, se burlaron de algo tan básico como el aspecto físico de Jada Pinkett Smith. Parece propio del siglo pasado, y más en unos premios en los que, aunque aún queda mucho por hacer, vamos teniendo cada vez más representación femenina en categorías técnicas, de gran nivel como guionistas o directoras (de hecho, Jane Campion hizo Historia ayer convirtiéndose en la tercera mujer en recibir el Oscar a Mejor Director en toda la Historia.

– Como aventurábamos en la introducción, ¿qué tiene que ver todo esto con las mujeres? Mucho.
Por un lado, Will Smith se sintió con el derecho de intervenir por su esposa cuando la mencionaron, sin darle oportunidad a ella de defenderse. Y, como ya se sabe, la intervención se basó en ejercer violencia. Esto deja a Jada Pinkett, la verdaderamente damnificada, en un segundo plano, apuntando todo a que seguramente Will actuó también porque vio tambalearse un orgullo de ‘machito’ ante otro hombre. «No menciones a mi mujer con tu puta boca«, no se cansaba de repetir. Si al menos hubiera intervenido de otra manera, quejándose ante Chris de que el chiste podía afectarles, en vez de la forma en la que lo hizo, el impacto habría sido el mismo y se habría ahorrado esta crisis tan heavy de reputación.

– Pero, sin duda alguna, lo más grave fue el discurso que pronunció Will al recoger su Óscar a Mejor Actor. La Academia, lejos de descalificarle, le entregó el premio ante la bulliciosa sala aplaudiendo. Will decidió aprovechar su minuto de gloria para justificar su actitud, pidiendo perdón al resto de nominados y a la Academia (no a Chris Rock) y, sobre todo, disculpando su comportamiento con terribles frases como «por amor y por proteger a mi familia se hacen locuras». No, el amor no te obliga a hacer locuras, a ser violento, a hacer daño a los demás. No normalicemos ni romanticemos la violencia en un discurso propio de maltratadores, de aquellos que denominan a los crímenes «pasionales».

En definitiva, ayer fue una noche cinematográfica de sabor amargo. Las mujeres cada vez son más reconocidas en el palmarés, pero siguen teniendo que lidiar con el machismo de la industria: más atención a su vestimenta que a su trabajo, críticas a sus cuerpos, cosificación y burlas sobre su físico. Los ‘machitos’ se pelean entre sí, como si de un duelo medieval se tratase, por salvaguardar el honor de las mujeres.

En definitiva, se comprueba que, una vez más, somos nosotras quienes recibimos el golpe del machismo.

Acerca de Lidia Baños

Periodista. Feminista incansable.
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