Las feministas de ahora


– “Las feministas de ahora sois muy radicales”

– “Las feministas de ahora no buscáis la igualdad”

– “Las feministas de ahora sois unas feminazis”

– “Las feministas de ahora os quejáis por todo”

– “Las feministas de ahora os pasáis”

Las feministas de ahora somos malísimas. Odiamos a los hombres y comemos niños. Somos unos monstruos que nada tienen que ver con las sosegadas feministas de antes. Eso es lo que parece, ¿no?

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Ahora hablando en serio: si me dieran 1€ cada vez que me llaman “feminazi” o, en el mejor de los casos, “radical”, sería millonaria. Al igual que otros y otras feministas, intento tomármelo con humor, pero lo cierto es que acaba molestando. Molesta y, sobre todo, duele, porque el insulto “feminazi” no es nuevo. Hace siglos, también se insultaba y descalificaba al movimiento feminista y a los que participaban en él. Sí, a esas feministas de antes con las que actualmente nos comparan, como queriéndonos decir que nos hemos asalvajado y hemos corrompido el movimiento que nació con ellas. Pero, en mi caso, tengo la conciencia muy tranquila porque las feministas de antes estarían orgullosas si nos vieran.

Tal y como explica brillantemente Beatriz Serrano en el artículo ‘En 1906 ya llamaban a las mujeres feminazis’, las feministas del siglo XIX también fueron perseguidas y atacadas (podéis verlo en la película ‘Sufragistas’, por ejemplo). Y es que si el feminismo actual os parece radical, las sufragistas no lucharon por conseguir el voto femenino lanzando flores al aire, precisamente. Ante los continuos ataques de una sociedad que se negaba a considerar a la mujer como una ciudadana con derechos, las sufragistas se movilizaron y organizaron revueltas en las que, en ocasiones, dañaban escaparates y mobiliario urbano. No las escuchaban en el Parlamento y decidieron luchar en las calles. Y sí, eran radicales, pero es que un movimiento social es radical por definición. Es radical porque tiene un objetivo claro por el que lucha incansablemente contra un sistema discriminatorio con el que hay que acabar.

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Cartel anti-sufragistas (1909)

Por tanto, las feministas de antes y las feministas de ahora compartimos lucha y somos atacadas de igual forma, aunque haya algunos que no quieran recordar el pasado. A nosotras nos llaman ‘feminazis’ y a ellas las llamaban ‘suffragettes’, término empleado para definir de forma despectiva a las mujeres que reivindicaban su derecho a voto. Contra el feminismo de nuestras antepasadas surgió todo un movimiento machista que extendía su odio a través de dibujos y carteles, en los que se avisaba a los hombres de lo peligroso que podía llegar a ser tener una esposa ‘suffragette’. Con esto intentaban descalificar el movimiento, y hacer que las feministas y su círculo cercano se sintieran avergonzados. Por eso, representaban a las sufragistas como mujeres feas, agresivas, de aspecto monstruoso. ¿Esto no os recuerda a los memes que hoy en día circulan por Internet? Sí, esos tan “graciosos” que muestran a las feministas como mujeres amargadas, despiadadas y horribles cuyo único objetivo es acabar con el sexo masculino.

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Viñeta anti-feminista (2015)

Mismos insultos, mismos prejuicios, misma ignorancia… la Historia avanza, pero hay cosas que no cambian. En nuestra mano está conseguir que sí lo hagan.

Acerca de Lidia Baños

Periodista. Feminista incansable.
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